Nunca desprecies la palabra de aliento de un amigo, por más rencilla que haya de por medio, el respeto y el afecto van de la mano con la amistad. La soberbia no es buena compañía ni consejera y tan sólo te envenena el alma. Llena de paz tu corazón y agradece a Dios que existen personas en el mundo que se preocupan por ti.
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